No todos los amigos
nos convienen. Muchos escuchamos en nuestra infancia, a nuestros padres decirnos
que evitáramos la compañía de ciertos amigos, en aquel entonces las
explicaciones presentadas por ellos, nos parecían algo difícil de entender o
asimilar. Años después, lo hemos comprendido.
Nuestra vida
espiritual es marcada por las personas con las que tenemos amistad. Esto de
alguna manera debe considerarse como una seria advertencia, la cual no debe
pasar por desapercibida. El salmista dice lo siguiente:
“Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de
los malvados,
ni se detiene en la senda
de los pecadores
ni cultiva la
amistad de los blasfemos” (Salmos 1:1
NVI)
La dicha del
hombre, del creyente es consecuencia de apartarse, abstener de malas amistades.
El texto en la versión NVI, menciona tres tipos de personas: los malvados, los
pecadores y los blasfemos, pareciera una redundancia, sin embargo la intención
es hacer ciertas distinciones. El teólogo Juan Calvino en su comentario a este
Salmo, se refiere más bien a tres fases: el
consejo, la senda y la amistad.
El consejo de los malvados: Son incitaciones, ideas y
pensamientos dados por aquellos que no tienen temor del Señor. No son palabras
abiertamente pecaminosas, es más parecen estar llenas de sentido común.
La senda de los pecadores: La “senda” se refiere a
las prácticas o el estilo de vida. Aquellos consejos o conversaciones han
afectado nuestra forma de ver o interpretar la realidad. Ya no solo se escucha
el consejo, ahora se practica.
La amistad de los blasfemos: “¿Andarán dos juntos sino
estuviesen de acuerdo?” esta es la etapa final, el clímax es una vida
oscurecida por el pecado. El corazón se ha llenado de obstinación y desprecio a
la palabra de Dios.
Las malas amistades corrompen las buenas costumbres. Cuando apartamos
nuestra atención de las Escrituras, estamos más propensos a buscar consejos en
hombres o mujeres que no tienen temor del Señor, lo cual podría llevarnos a la
corrupción de nuestro corazón.
Pero si nos
apartamos del consejo de los malvados y más bien nos deleitamos en la palabra
del Señor, seremos bienaventurados.
Por lo tanto
es importante saber qué clase de amistades tendremos, ya que las mismas,
perjudicarán o beneficiarán nuestra vida espiritual.