Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. (1 Juan 1:6-10; 2:1-2)
Esta porción presenta muchos aspectos, sin embargo, solo tomaré dos de ellos, los cuáles son los más sobresalientes:
a) La confesión de pecados
b) La propiciación
La confesión de pecados.
En esta porción encontramos que la palabra pecado, se repite muchas ocasiones. También encontramos tres aseveraciones muy utilizadas por el hombre para justificar su pecado:
A- Tenemos comunión con Dios (vv. 6)
B- No tenemos pecado (vv. 8)
C- No hemos pecado (vv. 10)
El hombre impío dice y piensa de esta forma, con el objetivo de justificarse a sí mismo. Pero, Juan responde cada uno de estos argumentos, veamos:
A- Tenemos comunión con Dios: Si andas en tinieblas estás mintiendo.
B- No tenemos pecado: Te estás engañando a ti mismo.
C- No hemos pecado: Intentas que Dios quede como un mentiroso.
Juan es consciente (y nosotros también) de que tales argumentos pueden ser presentados no solamente por el impío sino también por los creyentes. De hecho, el escritor dice que uno de los propósitos de ésta carta que los hermanos tengan comunión con Dios (1:3). Un Dios en el cual no hay tinieblas (1:5).
Dios es luz, por lo tanto eso implica dos cosas:
“a) Sus hijos deben caminar en luz, es decir, conducir sus vidas en la esfera de la justicia
b) Los que caminan en la luz, deben confesar sus pecados”[1]
La confesión de pecados era ordenada por la Ley y si iba acompañada de sacrificio llevaba al perdón (ver Lv. 5:5; Nm 5:7). En el Nuevo Testamento, también somos exhortados a confesar nuestros pecados y recibir perdón en base al sacrificio de Jesucristo.
Esto nos lleva al segundo y más extenso asunto de esta porción: La propiciación.
De eso estaré compartiendo en la próxima nota.
[1] The Lion and the lamb, Andreas J. Kostenberger, L. Scott Kellum, Charles L. Quarles.