En Marcos 1:12, encontramos un salto en la narración, del momento majestuoso del bautismo de Jesús, somos trasladados al desierto.
Y luego el Espíritu le impulsó al desierto. (Marcos 1:12). Hemos dejado las aguas del rio Jordán para encontrarnos ante un desierto. Pero ¿qué lleva a Jesús al desierto?.
La RV1960 y otras versiones de las Escrituras, nos dicen que el Espíritu impulsó a Cristo a ir al desierto. El verbo impulsar (gr. ekbálo) originalmente significa expulsar, lo cual denota fuerza o violencia, pero en este caso y según el contexto, la palabra tiene el significado de sacar, es decir traer desde un área a otra.
"Luego de escuchar la voz del Padre diciendo: "Tu eres mi Hijo amado, estoy muy complacido contigo" (1:11 NVI), Jesús siente una compulsión inexorable del Espíritu para sumergirse al desierto y enfrentar al Adversario." [1]
Jesús es guiado por el Espíritu al desierto. Para los judíos el desierto era visto como un lugar de peligro, oscuridad y como morada de demonios. Pero también, el desierto evocaba una serie emotivos para el pueblo judío, tal como lo presenta David E. Garland:
"a) Fue la región por la que Dios guió a su pueblo y desde la que cruzaron el Jordán y tomaron posesión de la tierra prometida.
b) Era también el lugar al que se iba para huir de la iniquidad.
c) El desierto se consideraba también como el escenario de la futura victoria de Jehová sobre el poder del mal." [2]
Para el pueblo judío, el desierto evocaba imágenes escatológicas, de salvación y de purificación. Jesús impulsado por el Espíritu, inicia su ministerio mesiánico, para mostrar que Él es el hijo de Dios. El postrer Adán que vencería (venció) a Satanás.
[1] Mark: Jesus, Servant and Savior (Volume One) - R. Kent Hughes.
[2] Marcos: Comentarios bíblicos con aplicación, David E. Garland