¿Qué es o cuál es la autoridad de
los cristianos? ¿Se trata de un ser humano o de una organización en especial?
No, se trata de la Biblia. Acompáñeme en este breve post, para que juntos
descubramos la autoridad de las Escrituras.
Veamos algunos ejemplos, que nos
introducen a la autoridad de las Escrituras. La Iglesia Católica Romana, afirma
que la tradición va de la mano con las Escrituras, como revelación de Dios. Por
lo que, el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o
escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia –sostienen
ellos- el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo mismo. Hace un par de años,
Francisco, el papa, ha dicho que “la interpretación de la Escritura sólo
es válida cuando es fiel a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia Católica”.
Como resultado, la Iglesia determina lo que la Biblia quiere decir. La
tradición humana se vuelve supremamente autoritativa.
La modernidad utiliza la razón
para evaluar la Biblia, desechando aquellos elementos que encuentran
desagradables o increíbles. La razón humana se convierte en la autoridad.
Las personas en nuestro mundo
posmoderno, juzgan todo conforme a sus sentimientos. “Es que siento que…”, se
ha convertido en el criterio por el cual decidimos lo que es cierto. En este
caso, la experiencia humana se convierte en la autoridad.
El problema no es la tradición,
la razón o los sentimientos por sí mismos. La tradición es importante, porque
estamos parados sobre hombros de gigantes. La razón es valiosa, solo pensemos
en todo lo que la humanidad ha inventado y descubierto. Por último, las experiencias,
nuestros sentimientos forman nuestra identidad. El problema es el componente
humano en la tradición, la razón y la experiencia.
Nuestro entendimiento es limitado
porque somos criaturas finitas, y torcido porque somos criaturas pecadoras.
Pero, la revelación de Dios es perfecta. Y eso hace la diferencia. Esto es lo
que los reformadores querían decir con “Sola Escritura”. Ellos no rechazaban la
tradición, la razón y la experiencia. Pero cuando había que definir la
autoridad sobre el creyente, las Escritura siempre sería suprema.
Si las palabras de la Biblia son
las palabras de Dios, tienen la autoridad de Dios. Y eso significa que deben
ser obedecidas. No son meramente opiniones religiosas, consejos sabios o
pensamientos inspiradores. Son declaraciones divinas. Y eso significa que la
medida de cuan bíblicos somos no es cuanto sabemos de la Biblia, sino cuanto
vivimos de ella.
Finalmente, podríamos decir que
si esta palabra es de Dios, debe ser necesariamente verdad. Y si es verdad y es
de Dios, entonces autoritativa. Por lo tanto, estamos entregados a vivir por lo
que la palabra de Dios nos dice.
El protestantismo histórico halla la verdad de Dios en las enseñanzas de las Escrituras canónicas como tales. Recibe estas Escrituras como inspiradas (esto es, producto del aliento divino, 2 Timoteo 3:16), inerrantes (esto es, totalmente ciertas en todo cuanto afirman), suficientes (esto es, que nos dicen todo cuando Dios nos quiere decir, y todo cuanto necesitamos saber para la salvación y la vida eterna) y claras (esto es, directas y que se interpretan a sí mismas en todas las cuestiones de importancia).[1]
[1]Packer,
J. I. (1998). Teologı́a concisa: Una guı́a a las creencias del Cristianismo
histórico (28). Miami, FL: Editorial Unilit.