Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3:18a)
La madurez en la vida cristiana, es uno de los temas que muchos quieren dejar fuera de su mente y conversaciones. A algunos no nos gusta enfrentarnos con el hecho de que debemos crecer, que debemos madurar. Otros piensan que son muy maduros, y sin darse cuenta, el orgullo ha minado sus corazones. Y otros, se preguntan ¿cómo madurar? y ¿cómo saber si estoy madurando?
Mi experiencia con la madurez
Crecer en nuestra vida cristiana, es algo que todos queremos. Yo soy uno de esos. Pero hace mucho tiempo me preguntaba ¿qué debía hacer?. Y si, siendo sinceros pensé que podía acelerar mi madurez, asistiendo a vigilias, reuniones, estando en muchos ministerios, haciendo muchas cosas hasta el cansancio. Pensé que todo eso podría ayudarme a crecer.
Pero me encontraba con un hecho terrible, no había progreso. No había nada diferente en mi, más que muchas cosas por hacer.
Encontrando el crecimiento en el lugar correcto.
¿Cuál podía ser la clave para madurar espiritualmente? Leyendo los Evangelios, me di cuenta que para crecer hay que tener intimidad con el Señor. Alguien podría decir: eso es obvio, no se porque te resultó tan difícil. Pero seamos realistas, a veces sabemos o suponemos muchas cosas que no las vivimos o no las experimentamos.
Entonces, comprendí que estar cerca de Jesús te hace crecer. Actualmente sigo en el proceso, sigo sirviendo en la iglesia local y anhelo que el Señor sea glorificado. Pero ¿cómo crecemos o maduramos?
Los medios de gracia
Maduramos haciendo uso de los medios de gracia. Algunos los llaman medios de gracia, otros los llaman disciplinas espirituales. Con estos términos, nos referimos a: la lectura de la Biblia, la meditación de la Palabra, la oración pública y privada, el ayuno, entre otros.
Maduramos al acercarnos a las Escrituras con reverencia, devoción y hambre: Meditamos en lo que leemos, queremos conocer más a nuestro Dios, de cómo uso a hombres en el pasado, de cómo llevo sus propósitos redentores para Su gloria. Queremos saberlo todo de Él.
Maduramos al llevar una vida de oración: Orar es como respirar para el cristiano. Si no nos interesa orar, tenemos el deber urgente de cuestionar si en verdad somos salvos. ¿Por qué cómo no hemos de adorar, alabar y hablar con Aquel que las Escrituras revelan como un Dios poderoso, omnisciente, glorioso y quién nos salvó de nuestros pecados?
Evidencias de que estamos madurando.
Yo sé que un árbol está creciendo cuando veo su tallo, sus ramas, sus hojas. Hay señales de que su raiz está adquiriendo los minerales esenciales.
Nuestra vida cristiana debe mostrar ciertas evidencias de que estamos madurando, entre ellas podría mencionarse:
Nuestra dependencia de Dios: Entre más crecemos espiritualmente, nos volvemos más dependiente de Él. En el mundo nos enseñan, que entre más mayores somos más independientes debemos ser. Pero en la vida cristiana no es así.
Ferviente anhelo por glorificar a Dios: Queremos agradarlo en todo, en nuestro trabajo, en nuestro matrimonio, en nuestros estudios, en todo lo que hacemos. Queremos que Su Nombre sea glorificado.
Compartimos con otros el mensaje de salvación: Mediante nuestras palabras y nuestros actos, compartimos la buena noticia de que Jesucristo vino a morir por los pecadores (Rom. 5:8)
No buscamos ser el foco de atención: Ya no nos importa, si somos reconocidos, populares o bien vistos por la sociedad -o aún por algunos circulos cristianos-, lo que queremos es que Dios sea agradado. Que Él sea el foco de atención.
Nuestras actitudes son piadosas: Ya no reaccionamos de forma altanera o con auto-conmiseración ante situaciones que nos disgustan o preocupan. Mientras crecemos, queremos imitar más a nuestro Señor.
Espero que estas ideas puedan servirte para reflexionar sobre tu vida cristiana y que puedas dar fruto para la gloria de Dios. Te invito a reflexionar en estas preguntas: ¿Estoy madurando? ¿He descuidado mis disciplinas espirituales? ¿Quiero madurar?