(Leer Efesios 1:3-6)
Estábamos muertos en delitos y pecados, pero al Padre le plació salvarnos. Veamos esto más de cerca.
Un corazón lleno de alabanza
El apóstol Pablo luego de saludar a los hermanos en Éfeso, irrumpe en su carta con una alabanza al Dios Todopoderoso:
"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo".
Pablo, al igual que todo creyente reconocía que hay razones enormes por las cuales alabar a Dios. En nuestra era tan superficial, muchos creyentes consideran que Dios solo debería ser alabado cuando hace o nos da lo que esperamos. Pero, Pablo comprendía que hay motivos aún más sublimes por los cuales adorar y alabar a Dios, quiera el Señor que nosotros abracemos estos motivos.
Motivos para alabar a Dios
En el pasaje de la Carta a los Efesios 1:3-6, el apóstol Pablo nos muestra claramente grandes motivos por los cuales adorar a Dios, a saber:
a) Nos ha bendecido con toda bendición espiritual en Cristo
b) Nos escogió para ser hijos suyos por medio de Jesucristo
c) En Cristo, nos hizo aceptos delante de Él.
Es muy claro, la salvación y todo lo que implica, proviene exclusivamente de Él.
Escogidos por Dios
Es el Padre, quién nos ha escogidos, quién nos ha predestinado para ser hijos suyos en Cristo. El motivo de que nos haya escogido, no se debe a algún merito o virtud nuestra, todo fue por su voluntad libre y soberana. Reconocer este hecho, sin duda, pulveriza el orgullo y nos lleva a adorar y alabar al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Pablo se regocija en que Él nos haya escogido, ¿puedes regocijarte tu también en esta hermosa y confortante verdad?