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                                                              Una breve reflexión.

A menudo nos encontramos estudiando la Biblia y leyendo algunas obras que nos ayudan a la asimilación y el entendimiento de algunos conceptos de la teología. Y adquirimos un conocimiento que nos evoca admiración por la grandeza de Dios.

Sin embargo ¿que pasa cuando ese conocimiento no pasa de nuestra mente y no cala nuestro corazón?. Hay un fenómeno -si pudiese llamarlo así- que consiste en que muchos estudiantes de la Biblia, carecen de la práctica de dicho conocimiento. Nuestra teología es débil cuando es solamente un conocimiento teórico, cuando nuestras palabras no son hechos plasmados en nuestra vida, familia y comunidades.

La efectividad de nuestro estudio teológico, no se define por cuantos conceptos aprendimos o memorizamos. Sino cuando los llevamos a práctica, cuando somos el ejemplo que se puede citar.  

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