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"Ten cuidado de ti mismo" 1 Timoteo 4:16a

Se escucha a menudo de jóvenes y adultos que anhelan predicar y enseñar la bendita palabra de Dios. Lo cual es un noble deseo y ademas una comisión que Jesucristo nos ha dejado.


"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mr. 16:15).

Pero existe una verdad que todos los aspirantes a predicadores debemos considerar, la cual es, que seamos salvos.
Parece algo muy simple y lógico, pero al mismo tiempo es un requisito de suma y profunda importancia.
Es por ello que los aspirantes debemos examinarnos constantemente con la palabra de Dios, a manera de que nuestras consciencias queden totalmente desnudas y el Espiritu de Dios nos limpie, nos sane, transformándonos así en un nuevo ser que ha experimentado el poder de la gracia.

Spurgeon dice en cuanto al ministro inconverso lo siguiente:


"Un pastor [predicador, líder] destituido de la gracia es semejante a un ciego elegido para dar clase de óptica...a un sordo a quien se pide que juzgue armonías".

Una total contradicción. Por lo tanto es menester que el predicador haya sido salvo por la gracia de Dios y para la gloria de Su Nombre.

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