"La predicación expositiva demanda que, mediante el análisis cuidadoso de cada texto dentro de su contexto inmediato y el medio ambiente al cual pertenece el libro, se utilice todo el poder de la erudición exegética y teológica moderna en nuestro tratamiento de la Biblia.
El objetivo no es que el predicador pueda exhibir toda su erudición en el púlpito. Más bien, es que pueda hablar fielmente en base a conocimiento sólido de su texto y se suba al púlpito como al menos, «obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra
de verdad.
El último paso del predicador es el más crucial y el más peligroso de todos. Es relatar el mensaje bíblico de manera fiel y relevante a la vida moderna. En este punto debe entrar en juego toda su capacidad como artífice. Debemos saber que la exposición fiel de un texto no produce por sí misma un sermón efectivo. Sin embargo, también es necesario que se nos advierta que no se debe sacrificar la fidelidad al texto debido a que lo que presumimos sea algo relevante. Muchos predicadores modernos parecen dispuestos a realizar este sacrificio, produciendo, como resultado, sermones que son una mezcla de consejo moralista, inconclusas y, algunas veces, descabelladas opiniones, así como lo último en psicología. La predicación expositiva, al insistir que el mensaje del sermón coincida con el tema del texto, llama de regreso al predicador a su verdadera tarea: la proclamación de la Palabra de Dios en y a través de la Biblia."
Tomado de "Un argumento para la predicación expositiva, Greer W. Boyee,"