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El apóstol Pablo escribe la carta a los Romanos muy probablemente en la ciudad de Corintos. El propósito general del apóstol fue exponer el tema de la santidad y la justicia de Dios a través del Evangelio de la gracia (Rom 1:17)

Luego de su presentación, saludo y de expresar el deseo que tenía de ir a Roma (1:1-15). Pablo escribe: Porque no me avergüenzo del evangelio, el apóstol no dudaba en cuanto a su deseo de predicar las buenas nuevas en Roma, aunque en aquella ciudad al igual que en las grandes ciudades como Atena, Efeso, etc se encontraban personas muy doctas y filósofos.

A pesar de eso él dice: No me avergüenzo del Evangelio (Rom. 1:16a).

Meditando un poco en esa expresión podemos llegar a las siguientes aseveraciones:

1. Para el mundo el evangelio es una locura:

Para muchos, los sufrimientos que Pablo padecía por el evangelio, eran razón suficiente para avergonzarse, para sentirse humillado. Sin embargo Pablo, sabía en quién había creído y en la segunda carta que escribe a Timoteo, él le dice:


" Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día." ( 2 Tim. 1:12)

Hoy en día, para un mundo lleno de escepticismo y hedonismo, el Evangelio es una locura, una pérdida de tiempo. El apóstol Pablo dice:


Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; (1 Corintios 1:18a)

El evangelio para el mundo es arcaico, anticuado, contradictorio. Estos veredictos son emitidos a causa de que la sociedad, de que cada individuo, está muerto en sus delitos y pecados (Cf. Col. 2:13; Ef. 2:1)

2. El Evangelio es poder de Dios para salvación.

Lo que aquellos filósofos romanos y todo el imperio de Roma, desconocían en gran medida, es que el Evangelio revela el poder salvífico de Dios y por esta razón Pablo no se avergonzaba de decir: Soy cristiano.

El poder del Evangelio, lleva al hombre de su estado de culpa y condenación a la justicia que es en Cristo:
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; (Rom. 5:1)

El poder del Evangelio rescata al hombre de las cadenas del pecado, y lo lleva a la libertad en Cristo:
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. (Gálatas 5:1)

Al comprender la hermosura del poder de Dios revelado en el Evangelio podemos concluir que...

-No debemos avergonzarnos de ser cristianos y proclamar nuestra fe.

-Debemos adquirir un compromiso con el Evangelio a tal grado que si nos atribuyen adjetivos degradantes o si nos persiguen o discriminan, en medio de cualquier circunstancia podamos decir:


EL EVANGELIO ES PODER DE DIOS PARA SALVACIÓN 

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