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En El Salvador, en unos cuantos días cierto personaje muy conocido por su labor social en una época oscura para el país, será beatificado. Ante tal panorama, valdría la pena evaluar en que consiste el proceso de la canonización, sus implicaciones y sobre todo, que dice la Biblia al respecto.

El proceso de canonización.

Por canonización se entiende el acto pontificio por el que el Papa declara que un fiel ha alcanzado la santidad. El proceso de canonización es uno de los procesos especiales que están regidos por una norma específica. Por la canonización, se autoriza al pueblo cristiano la veneración del nuevo santo de acuerdo con las normas litúrgicas. (Portal católico romano: Ver más información aquí)

Hay tres pasos en el proceso oficial de la causa de los santos:

Venerable. Con el título de venerable se reconoce que un fallecido vivió virtudes heroicas.

Beato. Se reconoce por el proceso llamado de "beatificación". Además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del Siervo/a de Dios y verificado después de su muerte. El milagro requerido debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye tanto el parecer de un comité de médicos (algunos de ellos no son creyentes) y de teólogos. El milagro no es requerido si la persona ha sido reconocida mártir. Los beatos son venerados públicamente por la iglesia local.

Santo. Con la canonización, al beato le corresponde el título de santo. Para la canonización hace falta otro milagro atribuido a la intercesión del beato y ocurrido después de su beatificación. Las modalidades de verificación del milagro son iguales a las seguidas en la beatificación. El Papa puede obviar estos requisitos. El martirio no requiere habitualmente un milagro. La canonización compromete la infalibilidad pontificia.

¿Qué dice la Biblia respecto al proceso de canonización?

1. No hay ningún otro intercesor entre el hombre y Dios: Al colocar a estos hombres al nivel de intercesores, es violentada y blasfemada la palabra de Dios que claramente nos enseña que:

"Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:12)

"Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo." (Juan 14:13)

"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6)

2. Solamente Dios merece ser adorado.


3. Las virtudes heroicas de los hombres y mujeres que son sometidos al proceso de canonización, no tienen relación estrecha con el Evangelio de Jesucristo, a saber por las siguientes razones:
a) Es un evangelio de obras
b) Una enseñanza fundamentada en tradiciones,
c) Un apego entrañable de su enseñanza y la idolatría.


4. La Biblia nos enseña que todos aquellos que hemos sido escogidos por el Señor por Su gracia bendita, son llamados santos. Es decir, apartados para Él.
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, (Efesios 1:4)


Por lo antes expuesto, y a la luz de las Escrituras, llegamos a la conclusión que el proceso de canonización y declarar a un hombre santo y rendirle veneración e invocación, no es más que una tradición en demasía ajena y contraria a las Escrituras.


Algunas objeciones:


A. "Solamente rendimos reverencia a su amor por Dios".
Respuesta: No es necesario, el único digno de reverencia es Cristo, " en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra" (Filipenses 2:10)


B. "Reconocemos únicamente sus virtudes, las cuales son dignas de imitar".
Respuesta: El proceso de canonización no solamente se refiere a "imitar", ya que como lo hemos considerado, quién es canonizado, se convierte en alguien digno de venerar e invocar, es decir darle adoración. Lo cual está en contra de Dios y Su Palabra.


C. "Mediante su intercesión, hemos recibido milagros, ¿cómo lo explica?".
Respuesta: Habiendo negado la bendita palabra de Dios, y entregandose deliberadamente a la idolatría, hay un poder de engaño obrando en tales milagros. (Cf. Éxodo 7:1-11; Mateo 24:24)

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