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En esta semana festiva llamada "semana santa", las televisoras toman cierto tono religioso y programan muchas peliculas cristianas, por las noches o durante el día, puedes encontrar Los Diez Mandamientos o la Vida de Jesús. Hoy mientras desayunaba, miré por un momento la película de la vida de Jesús. Hay algunos aspectos culturales, históricos y bíblicos, que los directores de las películas omiten sin embargo hay muchísimo de cierto en ellas.

Mi atención fue cautivada, cuando Jesús llama a sus discípulos, entre ellos existía un trasfondo histórico-personal como:  pescadores, zelotes, recolector de impuestos, etc. Desde un punto de vista, no eran grandes personajes, de hecho, parecen los más insignificantes, los menos preparados, los más estúpidos según la perspectiva secular. Vulgares. Indoctos. Estupidos. Ignorantes.

Pero es esto lo que hace que el ministerio de Jesús. sea tan trascendental y hermoso: Él hace lo que quiere hacer, y lo que no tiene valor en Sus manos tiene utilidad.

Ciertamente, estos hombres antes de encontrarse con Jesús no eran más que simples hombres entre la multitud. No había nada bueno en ellos. No había nada digno. Eran vulgares, sus palabras no eran refinadas y estéticas como las de los fariseos o los escribas. Ellos habían escuchado del Dios de Abraham pero no le conocían ciertamente. Habían escuchado la Ley pero sus corazones no habían conocido al Logos.

Pero aquí es donde Jesús transforma radicalmente la historia de estos hombres, haciendo de ellos instrumentos útiles para Su gloria, según el propósito eterno de Dios.  Los llama y los comisiona.

Con mucha razón Pablo escribió: 

"sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es" (1 Cor. 1:27-28)
Dios escoge lo que menos valor tiene, para que su gloria sea reflejada en el objeto o persona de su elección. Así que el objeto o la persona, no puede gloriarse y decir: "vieron, yo hice esto, yo soy mejor que muchos, yo escogí la salvación, yo escogí la vida eterna, yo escogí a Dios". No puede ser así, de este modo la gloria sería para nosotros y no para Dios.

Nos sería mejor decir, el Señor ha tenido misericordia de mí.

La elección de los discípulos de Jesús me recuerda que para el mundo como cristianos podemos parecer estúpidos, simples, fanáticos, pero para Dios en Cristo, somos instrumentos útiles para su propósito eterno. Él nos ha llamado, Él nos ha amado eternamente. Somos su tesoro, somos suyos.




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