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El libro de los Salmos no inicia con una oración o un canto sino con un poema. Un poema que nos habla del hombre bienaventurado. Consideremos tres aspectos que podemos encontrar en este salmo:

A) Contraste entre el bienaventurado y el impío.
B) La ley de Jehová y el creyente.
C) Jesucristo, el varón bienaventurado.

Veamos:

A) Contraste entre el bienaventurado y el impío.

En el salmo 1, se nos habla de dos clases de personas, las cuales son diametralmente opuestas. Por un lado tenemos al bienaventurado y por otro al impío. Ambos son considerados por Dios, y descritos de maneras precisas.

i) Descripción del bienaventurado:
Es descrito de manera negativa y positiva:
Negativamente:
- No anda en consejo de malos
- No ha estado en camino de pecadores
- No se ha sentado en silla de escarnecedores

Positivamente:
- En la ley de Jehová está su delicia.
- Todo lo que hace prosperará.
- Es comparado a un árbol que crece junto a corrientes de aguas

ii) Descripción del impío:
- El salmista lo compara al tamo. ¿Qué es el tamo? El Diccionario lo define como "pelusa desprendida del lino, del algodón o lana".
- La senda de los impíos perecerá.

B) La ley de Jehová y el creyente.

La ley de Jehová, tiene una mención muy importante en el Salmo 1. De hecho, todos los beneficios en la vida del creyente, derivan de la meditación de la ley.
Cuando hablamos de "ley de Jehová", no nos referimos únicamente a la Torah (el pentateuco) sino al Antiguo y Nuevo Testamento.

El creyente necesita las Escrituras para vivir de manera agradable a Dios. Pablo escribe: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto" (2 Tim. 3:16 NTV)

Leer, estudiar, memorizar y meditar en las Escrituras afecta la vida del creyente de una manera total y profunda.

C) Jesucristo, el varón bienaventurado.

Jesús como hombre, fue el varón bienaventurado:

i) El amó la Palabra de Dios (Lucas 2:46-47)

ii) El resistió la tentación (Mat. 4:1-11)

iii) Obedeció la voluntad de Dios (Lucas 24:25-27)

¿Queremos crecer espiritualmente? Si nuestra respuesta es afirmativa, entonces la Palabra de Dios debe tener un lugar esencial en nuestra vida. De tal modo que, vivamos como el hombre descrito en el Salmo 1, es decir, teniendo deleite en las Escrituras.



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