Desde el inicio del cristianismo, existieron herejías respecto a Jesucristo. El movimiento gnóstico, promovió muchas de estas herejías dentro del cristianismo, de modo que muchos fueron engañados y negaron la doctrina elemental sobre la persona de Jesucristo, su vida y su obra en la cruz del calvario.
Michael Bird, expresa: "Las dos características principales de una cristología bíblica y ortodoxa son que Jesús es plenamente humano y completamente divino. En Jesús hay una unión de deidad y humanidad en una sola persona. La Palabra eterna de Dios se hizo carne según Juan el Evangelista (Juan 1:14)." [1]
La persona de Jesucristo como hombre - Dios, se conoce en la teología como "encarnación", es decir que el Hijo siendo Dios se hizo hombre.
Aunque la palabra encarnación no aparece en la Biblia, pero si el equivalente griego en sarki (en carne) "se encuentra en algunos pasajes importantes relativos a la persona y obra de Jesucristo (1 Ti 3:16; 1 Jn 4:2; 2 Jn 7; cf. Ro 8:3; Ef 2:15; Col 1:22; 1 P 3:18; 4:1). En el pensamiento hebreo «carne» tiene un significado básicamente fisiológico, pero se identifica igualmente con la psyjé (alma) humana (Sal 63:1) y denota el carácter derivado y dependiente de la vida humana. Tal es «la condición de hombre» (Flp 2:8) que asumió Jesús en su encarnación." [2]
Sin embargo a medida el cristianismo se extendía, también crecían las herejías sobre la persona de Jesucristo. Fueron y son ideas que atacaban directamente la divinidad y humanidad de Jesucristo.
Docetismo
Una de las sectas gnósticas más populares en el tiempo que Juan escribía su primera carta. En la primera carta de Juan, él enseña la humanidad y divinidad de Jesucristo. "Juan escribe que él, junto con otros, habían oído a Jesús, lo habían visto y lo habían también tocado con sus manos (1:1). Vale decir que Jesús es verdaderamente humano. Juan concluye su introducción invitando a los lectores a tener comunión “con el Padre y con su Hijo, Jesucristo” (1:3). De este modo indica con toda claridad que Jesucristo es divino" [3]
Sin embargo los docetas, sostenían que el Hijo de Dios, al encarnarse, había tomado un cuerpo aparente, no real, puesto que la materia es mala, y Cristo había de ser puro.
Es decir que, para los docetas Jesús era una especie de fantasma (etéreo) . Su cuerpo no era real, porque según el gnosticismo, la materia es mala y corrupta.
Pero las Escrituras son claras a Jesús como hombre, un hombre que tiene hambre, que siente cansancio, dolor y todo lo que implica ser humano. Tentado en todo pero sin pecado.
Adopcionismo
Esta herejía es más reciente respecto al docetismo, derivada del nestorianismo (quienes sostenían que Jesús tenía dentro de sí no sólo dos naturalezas sino también dos personas)
Es interesante notar que el adopcionismo pudo ser la forma de entender la relación Cristo-Dios entre algunos judeocristianos que consideraban a Jesús como un hombre al que el Padre hizo «Señor» y «Dios», con lo que intentaban mantenerse dentro de la ortodoxia judía. [4]
Pero buscando una perspectiva correcta de Jesucristo, los adopcionista perdieron de vista la naturaleza de la persona de Jesucristo. Se puede afirmar que la mayor incapacidad de parte de los adopcionistas de distinguir entre naturaleza y persona.
Con toda honradez, es necesario subrayar que los adopcionistas rechazaban el nestorianismo; es más, lo combatieron.63 Sin embargo, no se percataron que en su afán por resolver un problema (explicar la relación de la humanidad de Jesús con Dios el Padre), crearon otro tal vez mayor. El adopcionismo fue rechazado y condenado por los sínodos de Regensburgo (792), Francfort (794) y Aachen o Aquisgrán (799). [5]
Actualmente algunas sectas evangélicas toman ideas prestadas de estos movimientos herejes, por lo cual debemos tener mucho cuidado.
Bibliografía
[1] Bird, F. Michael (2016). What Christians ought to believe: An introduction to Christian doctrine through the apostle's creed. Zondervan.
[2] Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (1998). En Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.
[3] Kistemaker, S. J. (2007). Comentario al Nuevo Testamento: Santiago y 1-3 Juan (p. 242). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[4] Ramos, M. A. (1998). En Nuevo diccionario de religiones, denominaciones y sectas (electronic ed.). Nashville, TN: Editorial Caribe.
[5] Carballosa, E. L. (1982). La deidad de Cristo (p. 38). Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz.