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"El testimonio principal de nuestro gran Reformador era el de la justificación de un pecador por fe en Jesucristo, y por eso solamente”. Muchas veces Lutero vio el corazón de las cuestiones teológicas –y expresó sus pensamientos con gran originalidad y fuerza.

La justificación es el punto más importante de todas las doctrinas de la salvación. ¡Sin ser justificado un hombre está condenado al Infierno! Un hombre puede estar correcto sobre la iglesia, correcto sobre el bautismo, correcto en la Santa Cena del Señor, correcto tocante a Israel – y aun ir al Infierno porque no está justificado. Por otro lado, un hombre como Lutero, a pesar de estar equivocado en esos y otros puntos, puede ser salvo si ha sido justificado por Jesús. Es por eso que Spurgeon llamó a la justificación: “La piedra preciosa de la Reformación”, porque la justificación es la doctrina más importante de todas. Lutero llamó la justificación solo por gracia “la doctrina por la que la iglesia se sostiene o cae”. ¡Sin la justificación nadie puede ser salvo! Sobre éste, el punto más crítico de todos, estoy de acuerdo con Lutero, el Gran Reformador. ¡Yo estoy con Lutero tocante a la justificación por fe en Jesucristo solamente! Ese era el tema principal de Lutero – ¡y yo estoy completamente de acuerdo con él sobre esto!

“El justo por la fe vivirá" (Romanos 1:17).

¿Cómo llegó Lutero a entender este texto? Spurgeon nos dice sobre la conversión de Lutero:

Sumaré e ilustraré esta enseñanza mencionando ciertos incidentes sobre la vida de Lutero. La gran luz del Evangelio rompió sobre el Reformador por grados lentos. En el monasterio, volteando las hojas de la Biblia encadenada a un pilar, él llegó a este pasaje: “El justo por la fe vivirá”. Esta frase celestial se le pegó a él. Él, sin embargo, no podía hallar paz en su profesión religiosa y hábito de monje. Sin saber nada mejor, él perseveraba en muchísimas penitencias, y en mortificaciones tan arduas, que a veces se le hallaba desmayando de cansancio. Él se llevó a sí mismo a la puerta de la muerte...Él aun así continuaba con sus penitencias, buscando descanso, pero sin hallar ninguno…[después] Dios lo liberó de las supersticiones, y él vio que no podía vivir por sacerdotes, ni por el sacerdocio, ni por penitencias, ni por nada que él pudiera hacer, sino que él viviría por su fe [en Cristo]. Nuestro texto de esta [noche] puso en libertad al monje [Católico], y encendió su alma.

[“El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17).]

Cuando Lutero finalmente entendió ese texto él confió en Cristo solamente. Él le escribió a su madre: “Sentí que renací y que pasé por la puertas abiertas al paraíso”. Spurgeon dijo:

Al punto de creer este hombre comenzó a vivir en el sentido de ser activo. Un [sacerdote], llamado Tetzel, andaba por toda Alemania vendiendo perdones de pecados por dinero. No importaba cual fuera tu ofensa, tan pronto tu dinero tocaba el fondo de la caja [de colectas] tus pecados se iban. Lutero oyó de eso, se indignó, y exclamó: “haré un agujero en su tambor”, lo cual ciertamente hizo, y en varios otros tambores. Clavar su tesis en la puerta de la iglesia fue un modo seguro de silenciar la venta de las indulgencias. Lutero proclamó el perdón de pecado por fe en Jesús sin dinero y sin precio, y las indulgencias del Papa luego fueron objeto de división. Lutero vivió por su fe, y por ello aquel que de otro modo hubiera estado callado, denunció el error furiosamente como un león ruge a su presa. La fe que estaba en él lo llenaba de vida intensa, y él se sumergió en guerra con el enemigo. Después lo llamaron a Augsburg, y a Augsburg fue, aunque sus amigos le aconsejaron que no fuera. Lo mandaron a llamar, como hereje, a dar respuesta por si mismo en [La Corte Imperial] de Worms, y todos [le dijeron] que se quedara lejos, porque de seguro sería quemado [vivo]; pero él sintió que era necesario que se diera el testimonio, así que fue en un coche, de aldea en aldea, de pueblo en pueblo, predicando mientras iba, la pobre gente salía a darle la mano al hombre que se paraba por Cristo y el evangelio arriesgando su vida. Recuerdas cómo se paró ante aquella augusta asamblea [en Worms], y pese a saber que según el poder humano su defensa le costaría la vida, porque, probablemente, sería [quemado vivo], como John Huss, sin embargo él [se comportó] como hombre para el Señor Su Dios. Ese día en la [Corte] Alemana Lutero hizo una obra por la cual diez mil por diez mil personas han bendecido su nombre, y bendecido aun más el nombre del Señor Su Dios" [1] 




[1] (Tomado y adaptado de C. H. Spurgeon, “A Luther Sermon at the Tabernacle,”The Metropolitan Tabernacle Pulpit, Pilgrim Publications, reimpreso en 1973, tomo XXIX, pp. 622-623).

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