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Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. (2 Timoteo 1:6)

Este versículo frecuentemente es utilizado para decir que es necesario que despertemos al Espíritu Santo en nosotros, que no dejemos que se apague para así tener vidas victoriosas. Tal aplicación no parece del todo mal, sin embargo ¿qué quiso decir Pablo verdaderamente con este texto? Veamos el contexto del versículo.

2 Timoteo 1:1-12 NVI
Vemos que Pablo trae a memoria el padecimiento que Timoteo ha tenido en el ministerio y de cómo esa fe sincera ha estado presente en su familia. Tal fe había llevado a Timoteo a una de las tareas mas complejas, la cual es pastorear. Era joven y posiblemente eso le generaba algunas dificultades, aparte de las afrentas sufridas por judaizantes y otros sectores sociales dentro de la iglesia.

Por lo que Pablo, le recomienda avivar el fuego(llama) del don de Dios. Sobre esta expresión, Hiebert comenta, "El don de Dios" que debe mantenerse avivado es sin duda el mismo don mencionado en 1 Timoteo 4:14. Es "el regalo ministerial, que incluye todos los aspectos para el oficio sagrado, con especial énfasis aquí, tal vez, en la osadía en la fe" (Harvey). Este don está ahora en él "por la imposición de mis manos". En 1 Timoteo 4:14 se hizo referencia apropiadamente a la parte del presbiterio en su otorgamiento; en esta carta personal, Pablo menciona solo su parte en esto. Tal situación conecta con la ordenación de Timoteo en Listra (Hechos 16: 1-3). Si lo conectamos con Éfeso, entonces se relaciona en el tiempo en que Timoteo fue instalado en la obra asiática como representante apostólico." [1]

En pocas palabras, el apóstol Pablo estaba animando a Timoteo a continuar con su labor apostólica, afrontando los sufrimientos y temores (timidez) puesto que él había sido designado por Dios (al igual que Pablo) para predicar el evangelio de Cristo.

Calvino comenta sobre la expresión "aviva el fuego del don de Dios": "Esta exhortación es altamente necesaria; porque generalmente sucede, y puede decirse que es natural, que la excelencia de los dones produce descuido, que también va acompañado de pereza; y Satanás trabaja continuamente para extinguir todo lo que es de Dios en nosotros. Debemos, por lo tanto, por otro lado, esforzarnos por llevar a la perfección todo lo que es bueno en nosotros, y encender lo que es lánguido; porque la metáfora, que Pablo emplea, se toma de un fuego que era débil, o que estaba en curso de ser extinguido gradualmente, si no se añadían fuerza y conocimiento, soplando sobre él y suministrando nuevo combustible. Recordemos, por lo tanto, que debemos aplicarnos para usar los dones de Dios, no sea que, estando desempleados y ocultos, acumulen óxido. Recordemos también que debemos aprovecharnos diligentemente de ellos, para que no se extingan por nuestra pereza."[2]

La aplicación personal es que debemos usar lo que Dios nos ha dado para su gloria, debemos avivar cada día lo que Dios ha puesto en nosotros. ¿Cómo? Ejerciendo las habilidades y gracia que Dios nos ha dado en Cristo Jesús para que su Evangelio se conozca en todo lugar. No seamos perezosos ni negligentes.


[1] Hiebert, D. E. (1958). Segundo Timoteo (35). Chicago, IL: Moody Press.
[2] Calvino, Juan. (1998). Comentarios de Calvino: 2 Timoteo (edición electrónica). Logos Library System; Comentarios de Calvino (2 Ti 1.6). Albany, OR: Ages Software.

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