La desobediencia es el origen de nuestros pecados, y las consecuencias son muy tristes para los cristianos. Puede que mientras leas este post, te encuentres luchando con la culpa o la vergüenza. Pero es un privilegio decirte que hay esperanza y restauración en Jesucristo.
Entonces, ¿qué podemos hacer si hemos pecado?
Antes de responder a esa pregunta es necesario ver la reacción típica que muchos creyentes tienen cuando caen en pecado o llevan un pecado oculto:
a. Se enojan - con el predicador, su esposo, su esposa, hijos, jefe - con todos menos con ellos mismos.
b. Abandonan las congregaciones y sus hogares, deciden que es mejor no lidiar con el pecado en su propia vida y simplemente culpar a todo los demás de sus pecados en la vida
c. Se vuelven cada vez más difíciles hasta que finalmente se desmoronan.
Esta cadena de reacciones surgen del mismo pecado, una especie de orgullo que hace que nos hagamos creer que estamos bien ( o no tan mal como parece). Pero ésto solo empeora las cosas, entonces ¿qué hacer si hemos pecado?
1. Enfrentarlo.
No trates de encubrirlo. No trates de negarlo. No trates de darle "nombres elegantes". Date cuenta de que tienes un problema serio llamado pecado.
2. Confesarlo
Confesar tu pecado implica reconocer que lo que has hecho es rebelión contra Dios, y dices a Dios lo que has hecho mal y aceptas la responsabilidad por ello.
3. Arrepentimiento
Luego de reconocer lo que hemos hecho mal, debemos arrepentirnos delante de Dios. Arrepentirse es lamentar que hemos ofendido a Dios y que cambiaremos de rumbo, de hábitos o de actitudes con el poder del Espíritu.
Lamentablemente, algunos han entendido arrepentimiento como una lamentación que hacen únicamente por temor al castigo o al infierno, pero realmente no lo hacen por amor a Dios. Que haya en nosotros un arrepentimiento genuino, que nos lleve a alejarnos cada vez más de lo pecaminoso.
4. Consagración
Esto es, dedicarnos al Señor completamente, aunque somos Su Pueblo siempre debemos expresar que nuestra vida es para el Señor.
5. Y por último, si pertenecemos a una iglesia local, debemos hablar con nuestro pastor, si nuestro pecado ha sido escandaloso, es muy posible que haya hecho daño a la iglesia, y necesitemos un tiempo de disciplina eclesiástica. Aunque esto parezca humillante, es necesario.
Es posible, que la magnitud de tu pecado sea tan grande, que te sientas como el hijo pródigo, pero hoy en Jesucristo puedes encontrar perdón. ¡Mira al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! Confiesa tu pecado y arrepiéntete.
Charles Spurgeon, escribe:
"Ahora, hijo pródigo, haz tú lo mismo. ¿Lo ha puesto Dios en tu corazón? Hay muchos que han andado huyendo desde hace mucho tiempo. ¿Dios te dice: "regresa"? Oh, entonces yo te pido que regreses, pues ciertamente tan pronto como regreses, Él te recibirá. No ha habido todavía ningún pecador que haya venido a Cristo, que Cristo haya echado fuera. Si Él te echara fuera, tú serías el primero. ¡Oh, si simplemente le probaras!"Ah, señor, yo soy tan negro, tan inmundo, tan vil." Bien, ¿qué pasa contigo?, no eres más negro que el hijo pródigo. Ven a la casa de tu Padre, y tan ciertamente como Él es Dios, Él mantendrá Su palabra: "Al que a mí viene, no le echo fuera."[1]
[1]Charles Haddon Spurgeon, "Confesión de Pecado: Un Sermón con Siete Textos", NO. 113, Sermón predicado la mañana del Domingo 18 de Enero, 1857