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Previamente vimos en que consiste la lectura devocional de las cartas del Nuevo Testamento. Identificamos los peligros y los beneficios de dicho tipo de lectura. En este post, avanzaremos a la segunda forma de como podemos leer las cartas del Nuevo Testamento, veamos:


Leyendo homiléticamente las cartas del Nuevo Testamento.

Es posible que para algunos la palabra homilética resulte extraña, por lo que, se ofrece la siguiente definición:

Homilética (Del gr. homileo, platicar, charlar; i.e. , una conversación familiar). Es esa rama de la teología que tiene que ver con el arte y la ciencia de la predicación cristiana, y que trata con la naturaleza, clasificación, análisis, construcción y composición de un sermón. [1]
Con base a dicho concepto, nos damos cuenta que leer homiléticamente las cartas del N.T., está relacionado a la preparación de sermones y la exposición de los mismos. Cuando leemos de esta manera, buscamos el mensaje de la carta y sus respectivas partes, indicando su relevancia para el oyente y aplicando sus principios para la vida de hoy. 

Richard N. Longenecker, identifica tres principios en este tipo de lectura:
1) cómo capturar la centralidad del mensaje (tanto en sus declaraciones como en su ethos), 
2) cómo traducir y empaquetar ese mensaje de una manera que sea clara y significativa para un público en particular, 
3) cómo aplicar ese mensaje a las vidas de las personas a las que nos dirigimos, solicitando una respuesta de fe y acción. [2]
Es evidente que lo que el lector busca es elaborar un mensaje de su lectura, algo que será expuesto de manera eficiente (considerando las particularidades de los oyentes), con el fin de que los oyentes se encaminen a cierto fin o respuesta. 

Cada predicación, busca esto, que los oyentes respondan no un amén únicamente, sino con acciones según el mensaje expuesto. 

Longenecker, identifica algunos peligros respecto a este tipo de lectura:

"En primer lugar, existe el peligro de imponer sus propias estructuras organizativas a un texto y no permitir que el propio texto exprese su propio mensaje a su manera."
Esto ocurre cuando el predicador impone su criterio homilético sobre el texto, omitiendo de esta forma, el contexto del pasaje seleccionado.
"Un segundo peligro es, la tentación de buscar demasiado rápidamente la relevancia contemporánea en el texto, o de permitir que la relevancia misma sea el único criterio de la verdad, Convirtiendo las Escrituras en sólo un comentario moderno sobre nuestros tiempos."
El predicador y lector de las cartas del N.T., omite la audiencia o lectores originales del texto, de modo que el sentido de lo escrito se pierde en medio de contextualizaciones generales.
"Y por último, el peligro más frecuente es leer la Escritura sólo en términos de lo que puede proclamarse a los demás, sin alimentarse devocionalmente de ese mismo material para su propio alimento espiritual."
La lectura homilética, se acerca al texto  buscando un mensaje para los demás, sin embargo el lector tiende a obviar la necesidad que él mismo tiene que ser edificado y nutrido con las Escrituras en primer lugar.

A pesar de los peligros antes mencionados, la lectura homilética es importante, ya que está totalmente relacionada a la proclamación del mensaje de las Escrituras. Y como apunta Longenecker, si no proclamamos el mensaje de las Escrituras, "el cristiano y la iglesia se estancan, siempre tomando, pero nunca dando. "



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[1] Tomado de "On Reading a New Testament Letter - Devotionally, Homiletically, Academically - Richard N. Longenecker", (https://biblicalstudies.org.uk/article_reading_longenecker.html)

[2] Ibid

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