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Hechos 4:11-12

Poco después del día de Pentecostes en que se manifestó el poder del Espíritu Santo en la iglesia primitiva. En el capitulo 3 de Hechos, leemos que Pedro y Juan fueron al templo a orar y allí sanaron a "un hombre cojo de nacimiento", al ver el milagro el pueblo se conmovió y le vieron "andar y alabar a Dios" fue ante esa multitud que Pedro predicó el nombre de Jesucristo.

Los sacerdotes del templo, ordenaron echarles a la cárcel.

Al día siguiente fueron interrogados y del discurso de Pedro dado ante los sacerdotes podemos tomar aspectos que nos ayudan a vitalizar la sublime verdad de que Jesús es el Único Salvador.

1. Jesús, la cabeza del angulo (vv.11)

La acusación de Pedro era que, los que debían ser edificadores espirituales (los sacerdotes) habían rechazado a aquel de quien las Escrituras hablaban como la piedra angular.

Para ellos Cristo era "la piedra reprobada", desechado fue Él por el pecado y la incredulidad que los había cegado ante la belleza del Cordero.
Sin embargo para otros, cuando esa "piedra reprobada" llega a incrustarse y ubicarse en nuestra vida, le da una nueva orientación, dimensión y propósitos totalmente distintos. Una nueva naturaleza.

2. En ningún otro hay salvación.

La relación con Cristo es única, con nadie más podemos relacionarnos como un salvador. No se trata de María, de los ángeles o un hombre.
Solo Cristo salva.
"En ningún otro hay salvación", son palabras terminantes y que indican que el único salvador es exclusivamente Jesucristo.
Tampoco nos salvan nuestras obras, solo Cristo.

Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. (1 Timoteo 2:5)

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