Perspectiva Calvinista – Total Depravación
La depravación del hombre, como consecuencia de la caída, es
total. Él no posee libre albedrío, porque él está obligado a Satanás que lleva
al hombre cautivo a su voluntad. Todos los hombres nacen en este mundo
espiritualmente muerto en delitos y pecados.
El hombre es depravado en el sentido de que está muerto,
ciego, sordo, imposible de enseñar y aprender las cosas de Dios y gobernado por
Satanás a través de su corazón perverso y alma corrupta. En consecuencia, se
necesita mucho más que la asistencia del Espíritu para traer un pecador a
Cristo-se necesita la regeneración por la cual el Espíritu hace que el pecador
viva y le da una nueva naturaleza. La fe no es algo con que el hombre
contribuya a la salvación, sino que es en sí mismo una parte del don de la
salvación de Dios. Es el regalo de Dios para el pecador, no el don del pecador
a Dios.
Perspectiva arminiana – Libre Albedrío
La depravación del hombre, como consecuencia de la caída, no
es total, sino parcial. El hombre no ha perdido la facultad de
autodeterminación, ni la capacidad de libre voluntad lo que es bueno a los ojos
de Dios.
El hombre es el autor del arrepentimiento y la fe para
salvación ya que la voluntad humana es vista por el arminiano como una de las
causas de la regeneración, si el hombre realmente quiere cooperar con el
Espíritu Santo.
El pecador perdido necesita la asistencia del
Espíritu, pero no tiene que ser regenerado por el Espíritu antes de que pueda
creer, por la fe es un acto del hombre y
precede al nuevo nacimiento. La fe es el don del pecador a Dios; es la
contribución del hombre a la salvación.