La pecaminosidad del pecado
Ralph Venning
SECCIÓN PRIMERA: ¿Qué es el pecado?
El pecado es la transgresión de una ley, sí de una
buena ley, la ley de Dios. El pecado presupone que hay una ley, “porque donde
no hay ley, tampoco hay transgresión” (Romanos 4.15). Pero donde hay
pecado, hay una ley, y una transgresión
de la ley. Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley, el pecado es
una transgresión de la ley (I Juan 3,4). Este es el pecado previsto en nuestro
texto, el cual se deduce de Romanos 7:7.
Ahora, la ley no sólo prohíbe el hacer el mal, ya sea
por pensamiento, palabra u obra, sino también ordena hacer el bien. Así que
omitir el bien ordenado es pecado, así como hacer el mal que está prohibido.
Contra el fruto del Espíritu no hay ninguna ley, sino contra
las obras de la carne hay ley, porque ellas están en contra de la ley, como el
Apóstol Pablo nos lo dice (Gálatas 5,19-24).
Lo que sea que
transgreda la ley de Dios - en su totalidad o en parte (Santiago 2,10) –
por tanto es un pecado, ya sea que se quebrante un precepto negativo (es decir,
Dios dice que NO debemos hacer tal cosa) o un afirmativo (Dios no es envía hacer
tal cosa).
[Todo se reduce a dos premisas: No hacer el bien (omisión)
es pecado. Hacer el mal es pecado (comisión)]
Ver también: La universalidad del pecado