Hace unos
días conversaba con una persona no cristiana acerca del Evangelio, su posición
es que la Iglesia Católica Romana es lo mismo
que la Iglesia Evangélica Protestante, que ambas profesan opiniones diferentes del
Evangelio, de Dios mismo.
No existe
necesidad de decir de cuan errado es tal argumento, pero esto me ha llevado a
pensar que el movimiento ecuménico se basa en premisas como esta: “Adoramos al
mismo Dios, solamente que de diferente manera”.
Pero ¿es esa la realidad? No, la Biblia y la historia nos lo demuestran como veremos a continuación. He aquí un claro ejemplo.
1. En cuanto a la autoridad de las Escrituras.
Las Escrituras
son la palabra de Dios, entonces obviamente deben contener una autoridad divina
dentro de sí mismas. Dicha autoridad divina depende nada más que de Dios.
Sin embargo la Iglesia Católica Romana declara que la Biblia es la palabra de Dios pero también esta certidumbre recae sobre el testimonio de la Iglesia. El Catecismo de Baltimore enuncia que “es solo por medio de la tradición (preservada en la Iglesia Católica) que podemos saber cual de las escrituras de los tiempos pasados son inspirados y cuáles no lo son… (pregunta 1327)
Hace
cientos de años atrás, el concilio de Trento anatematizó a los que se
negaran a reconocer sus decisiones como infalibles y por
consiguiente inmutables. Este concilio declaró:
“Habiendo demostrado la experiencia que, si se permite circular indiscriminadamente por todas partes en la lengua del pueblo los libros sagrados, puede resultar más daño que provecho a causa de la imprudencia de los hombres en este respecto, deben someterse al juicio del obispo o inquisidor, los que permitirán la lectura de estos libros traducidos por autores católicos a la lengua del pueblo a aquellos que juzguen capaces de derivar de su lectura no pérdida, sino aumento en la fe y en la piedad. Esta licencia debe tenerse por escrito, y si alguno osara leerlos o tenerlos en su poder sin esta licencia no podrá recibir la absolución de su pecado hasta que haya devuelto los libros al ordinario. Los libreros que los hayan vendido o entregado en cualquier otra forma. . . perderán el valor de dichos libros en favor del obispo”.
Como
podemos ver la autoridad
de las Escrituras según Roma depende de su aprobación. Altercando de esta manera
con Dios.
“La autoridad de las Escrituras es un hecho objetivo y
permanente que reside en la cualidad de la inspiración” – John Murray.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. - 2 Timoteo 3:16-17