Hace unos días reflexionaba en el caos en el cual por providencia de Dios nos ha tocado vivir. Por caos, me refiero al panorama social, religioso, etc que tenemos al frente, cualquiera puede ver que las cosas no van bien. Pero dejemos eso por un lado.
Pensaba en el cristianismo, como este ha sido atacado por monstruos -si podemos llamarles así- herejes, blasfemos y anti-morales. Post-modernismo, G12, reformas apostólicas neopentecostales, y un gran etcétera son y han sido obstáculos que los verdaderos creyentes han tenido que afrontar. Algo más que esta atacando al cristianismo, son las falsas profesiones de fe, personas que dicen ser cristianas, salvas, pero que sus vidas no dan evidencia de tal salvación. Son oidores olvidadizos como bien diría Santiago, son personas que "han tomado una decisión" emocional, circunstancial, para seguir a Cristo. Cuanto daño hacen estos al nombre de Cristo, cuando abiertamente pecan y dicen ser cristianos, y si esto no fuese suficiente, hacen ver a las demás personas que el evangelio permite tales conductas porque después de todo Dios es amor.
Cuanto engaño hay en sus corazones. Los tales son engañados y viven para engañar, ofertando un evangelio que habla solo de bienestar, en el cual la concupiscencia es la divinidad y el pecado no es tan pecado después de todo "ya que depende" de donde se mira.
Ciertamente el creyente genuino batalla aún contra el pecado y es posible que cometa pecado...sin embargo no se goza de el, no es su naturaleza disfrutar del pecado. ¿Por qué? Porque es una nueva criatura, restaurada por el poder y la gracia de Dios que es en Cristo Jesús.
Sin embargo esta ola de falsas profesiones de fe, se hayan en todos los círculos religiosos, siendo aún mas decepcionante en el cristianismo, ya que comprendemos que cuando escuchamos la palabra "cristianos" -seguidores de Cristo- y viven abiertamente en pecado -pensando que la gracia es una licencia para pecar- simplemente los tales demuestran que siguen muertos, que el poder de Dios no ha obrado en su vidas.
Algunos dicen que la regeneración, lleva tiempo, que es cosa de días, sin embargo ese no es el punto, sino mas bien que cuando el Padre nos atrae a Cristo, y obra por su gracia en nosotros, nuestros deseos cambian radicalmente. Cambian al punto que aquel mal que antes amábamos, ahora lo vemos con desprecio. Es repugnante a nuestros ojos.
El creyente verdadero odia el pecado tal como Dios lo odia, por eso es que mortifica el pecado que hay en él, no proveyendo para sus deseos, no dando oportunidad para que sus pies resbalen.
Sí usted que lee esto, es uno de los que piensa que puede pecar cuantas veces quiera y "que Dios entiende su debilidad" tengo que decirle que usted se ha engañado así mismo. Lo falso es falso, lo verdadero es verdadero.