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"Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos." 
Romanos 15:1

La Biblia nos muestra el modelo para nuestra vida: Jesucristo.
También nos enseña que no todos crecemos al mismo ritmo, existen algunos que crecen mucho más rápido que otros, no por que existe algún tipo de grado de preferencia de Dios, sino el grado de crecimiento se da según el propósito de Dios y nuestra búsqueda.

Pablo nos habla de los hermanos débiles y de los hermanos fuertes. En cuanto a eso Hendriksen comenta:

“Hay una obligación moral-espiritual que pesa sobre nosotros, los fuertes; a saber, no pensar solamente en nosotros sino también en las necesidades de otros, y en el caso que nos ocupa, en las necesidades de los que son débiles”.
¿Quienes son los débiles?

  • Los que hacen exagerado énfasis en escrúpulos.
  • Los que son mezquinos.
  • Los que son infantiles emocionalmente.
  • Inmaduros en las cosas espirituales.
Los fuertes deben soportar todas esas evidencias de debilidad. Juan Calvino en su comentario de este capitulo 15 de Romanos añade:
[Hablando a los fuertes] Porque sí Dios les ha concedido una sabiduría más alta y abundante es para que la destinen enseñando a sencillos e ignorantes, lo mismo que cuando Él fortalece y afirma a algunos, les recomienda que empleen su fuerza y su virtud sosteniendo a los enfermos y a los débiles.
Pablo nos dice que no debemos "agradarnos a nosotros mismos". Podríamos preguntarle: ¿Por qué debemos hacerlo Pablo? ¿Por qué soportar al débil?.

Parece que Pablo escucha nuestros cuestionamientos y nos responde:

Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo- Romanos 15:2

Siendo que Cristo es nuestro ejemplo, no podemos eximirnos de una necesidad a la cual Cristo se sometió, es decir, la de soportar la debilidad de los demás.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:7-8

  

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