Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
(Mateo 3:11)
Hemos escuchado este versículo más de alguna vez, siendo citado en un sermón, sin embargo, la mayoría de esas ocasiones -al menos en mi caso- llegamos a la conclusión de que hay un nivel más intenso de espiritualidad.
"El Señor -dicen algunos- desea bautizarnos en Espíritu Santo y fuego". Pero ¿a qué se refiere con fuego? ¿a una experiencia mayor de espiritualidad, o algún tipo de don? ¿a una operación extraordinaria del Espíritu Santo?.
Estudiando un poco ese versículo, me he encontrado con la sorpresa de que la palabra "fuego" no se está refiriendo a una experiencia mayor, a más dones o más gloria, etc. La palabra "fuego" según el contexto del versículo se refiere a juicio.
Robert Stein expone: La referencia al fuego del mensaje de Juan se entiende mejor con el sentido de un juicio negativo sobre los incrédulos. Muchos judíos tenían una concepción del juicio mesiánico que comprendía tanto la destrucción de sus enemigos comos la restauración de Israel a su antiguo esplendor. Su venida habría de traer tanto retribución, condenación y juicio como redención, liberación y justicia. Para los arrepentidos de Israel el bautismo del Mesías estaba relacionado con el don del Espíritu Santo; para los no arrepentidos, sin embargo, su venida traería un bautismo de ardiente juicio.
El comentarista Hendriksen aporta:
La llama ilumina. El fuego purifica. El Espíritu hace ambas cosas. Sin embargo, parecería por el contexto (antes y después; véanse vv. 10 y 12) y por la profecía de Joel respecto de Pentecostés (Jl. 2:30; cf. Hch. 2:19), considerada en su contexto (véase Jl. 2:31), que el cumplimiento final de las palabras del Bautista espera hasta la segunda venida gloriosa de Cristo para purificar la tierra con fuego (2 P. 3:7, 12; cf. Mal.3:2; 2 Ts. 1:8).
En conclusión, la palabra fuego en Mateo 3:11 no está hablando de una mejor, grande y extraordinaria experiencia espiritual. Muchos neopentecostales apelan a este texto para justificar sus actividades extaticas, lo cual sin duda alguna, es algo totalmente ajeno a las Escrituras.