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"La tierra no tiene tristeza, que el cielo no pueda curar"


Durante nuestro peregrinaje hacia nuestra patria celestial, muchas veces padecemos aflicción, tribulación y dolores, los cuales desconsuelan nuestra alma, y parece no haber respuesta. Pareciera que estamos solos, que algo esta mal en nosotros y que el Señor nos ha abandonado.

Más de alguna vez pasaremos por estas situaciones, pero ¿qué hacer?. Algunos optan por negar la realidad y refugiarse en fantasías o vicios, otros blasfeman e irrumpen en enérgicos y abominables improperios contra Dios.

Pero ¿qué debemos pensar los creyentes en medio de la aflicción, en medio de la tribulación?. Leyendo las Escrituras podemos encontrar la respuesta.


"De modo que los que padecen según la voluntad de Dios" (1 Pedro 4:19a). Debemos recordarnos a nosotros mismos que cualquier aflicción o tribulación, ha sido permitida por nuestro Padre Celestial, y aunque duela, aunque nos sintamos débiles, el Señor tiene una buena y amorosa razón para hacernos atravesar por tales situaciones. Porque los que aman a Dios, todas las cosas (eso incluye la aflicción y dolor) nos ayuda para bien. No podría explicarte las razones por las cuáles Dios hace lo que hace, ya que como dijo el salmista: "Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho" (Sal. 115:3). Recibamos con paz y gozo esta verdad: El Señor lo ha permitido, y sí lo ha permitido es para mi bien".

El impío sufrirá al igual que nosotros los cristianos, pero tristemente él no cuenta con el refugio, con la gracia que nos es dada en Jesucristo.

" Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor" (Salmos 41:3a): Que consuelo encontramos en estas palabras, en medio de nuestro dolor o aflicción, el mismo Señor, el Creador de los cielos y la tierra, nos confortará para resistir, para vencer.


"y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores " (Ap. 16:11): Hermanos, que de nuestro labios no salga ningún tipo de reclamo ante Dios por Sus santos designios, más bien, aprendamos en el lecho del dolor, en la tribulación, en cualquier circunstancia a alabar al Señor. A agradecer por todo lo que permite en Su santa voluntad.


Que estos pensamientos inunden nuestra mente: Dios lo permite, Dios está conmigo, alabaré al Señor por su Voluntad perfecta que obra para bien.


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