Es un hecho que la
mala alimentación produce grandes problemas en nuestros cuerpos, mucha azúcar,
mucha grasa, y otro tipo de sustancias pueden ocasionarnos dolores o malestares
que no son nada agradables. En los caso más delicados los efectos de la mala alimentación
no son visibles, es más, no hay sospechas de que la salud se halla visto
afectada. Sin embargo, al pasar de los años resurgen las enfermedades más
complicadas.
El escritor de la
carta a los Hebreos dice:
“En realidad, a estas alturas ya deberían ser maestros, y sin embargo necesitan que alguien vuelva a enseñarles las verdades más elementales de la palabra de Dios.Dicho de otro modo, necesitan leche en vez de alimento sólido. El que sólo se alimenta de leche es inexperto en el mensaje de justicia; es como un niño de pecho. En cambio, el alimento sólido es para los adultos, para los que tienen la capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues han ejercitado su facultad de percepción espiritual.”
Vemos
ahí cierta distinción entre leche (verdades más elementales) y alimento sólido
(verdades más profundas), lamentablemente aquellos a quienes iba dirigida esta
carta estaban tan alejados de la verdad, que era necesario volver a las
verdades más básicas o elementales.
Hoy
en día ocurre algo más complicado que esto, y es que muchos están consumiendo
leche adulterada y alimento sólido adulterado, dicho de otra manera, están
llenando sus corazones con falsa enseñanza, la cual en alto grado aleja del
verdadero Evangelio y corrompe aún más los corazones. El movimiento de la
palabra de fe, la reforma neo-apostólica, el antinomianismo, el liberalismo, el
mesianismo, entre otros, son corrientes que están apartando al hombre del
verdadero evangelio. No me refiero a sectas o herejías ya conocidas, no, estoy
hablado de movimientos que han nacido en el seno evangélico protestante y que
están desviando a muchos al camino ancho y espacioso que lleva a la
condenación.
Al
igual que las comidas con mucha azúcar o mucha grasa, no vemos sus efectos
dañinos instantáneamente, pero sin duda, aquel corazón que se entrega a
enseñanzas torcidas, tarde o temprano sufrirá las dramáticas consecuencias.
Por
lo tanto, es necesario que cada creyente examine cada enseñanza a la que se
expone, que sea como los de Berea, quienes compaginaban la enseñanza de Pablo
con las Escrituras. En definitiva, las Escrituras deben ser el estándar con el
cual toda enseñanza debe ser medida.
Pidamos
al Señor que nos ayude a cuidar nuestra alimentación espiritual, cuidemos
nuestro corazón de todo consejo errado y carente de las Escrituras, eso nos
mantendrá sanos y fuertes para la gloria de Dios.