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Todos hemos conocido el fracaso en alguna forma, y recordarlo podría resultar una experiencia no muy grata. ¿Los cristianos fracasan? Claro que sí, entendiendo que el fracaso es el incumplimiento de una meta u objetivo. ¿Los cristianos son fracasados? Absolutamente no, es más –y esto podrá sonar sorprendente – nuestros fracasos son saludables.

Viendo el fracaso desde otra perspectiva.

Personalmente, consideraba que el fracaso era algo “diabólico”, al ver mis planes frustrados pensaba que tal obra no podía venir de otro lugar más que de las oscuras y densas tinieblas del abismo. Sin embargo por la gracia de Dios, mientras me acercaba un poco más a las Escrituras, comprendí que el fracaso en la vida del creyente no es fracaso después de todo. La razón por la cual me adherí a ese pensamiento, ha sido y es porque he reconocido la completa y soberana voluntad de Dios en todos los asuntos.

En este sentido, no existe nada en el Universo que escape a la voluntad del Señor. Todo ha sido establecido y permitido por Él.

El viaje “estorbado” de Pablo.

Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. (Romanos 1:13)
Juan Calvino comenta al respecto:

“Frecuentemente el Señor no permite a sus santos personajes llevar a cabo sus decisiones personales, para ejercitarlos en la humildad, para que miren a Su providencia y dependan de ella totalmente”.

La providencia de Dios
Podrías preguntarte ¿qué es providencia?, he aquí algunas definiciones sencillas y claras:

“La Biblia enseña claramente que Dios gobierna todas las cosas que suceden. No hay nada que escape Su control. Este gobierno continuo se llama la providencia. Él planifica todo y hace que todo suceda de acuerdo con Su plan.”
- Richard B. Ramsay
¿Qué es la providencia de Dios? “Es el poder de Dios omnipotente y presente en todo lugar, por el cual sustenta y gobierna el cielo, la tierra y todas las criaturas de tal manera, que todo lo que la tierra produce, la lluvia y la sequía, la fertilidad y la esterilidad, la comida y la bebida, la salud y la enfermedad, riquezas y pobrezas, y finalmente todas las cosas no acontecen sin razón alguna como por azar, sino por su consejo y voluntad paternal.” – Catecismo de Heidelberg, pregunta 27

Estimado lector, Dios está a carga de todos los asuntos. Alguien podría decir: “¿Me estás diciendo que Dios es el responsable de mi fracaso?” En realidad no, pero como vimos en el ejemplo de Pablo, Dios no permite ciertas cosas o que hagamos aquello que hemos pensado.

Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho. Salmo 115.3

Hay cosas buenas o nobles, que Dios no permite. ¿Cuestionaremos Su sabiduría perfecta y santa? ¿Sentaremos a Dios en el banquillo del acusado y lo llamaremos a rendir cuentas de Sus actos? De ninguna manera.
Hay cosas poco agradables o dolorosas, que Dios permite. ¿Acusaremos a Dios de tirano y malvado? De ninguna manera.

Nuestra mente finita difícilmente comprenderá algunas cosas, pero hemos de ver en todos los asuntos la mano bondadosa del Señor. Tras un aparente fracaso o pérdida veamos al Dios que reina y que es Todopoderoso, Aquel que gobierna el Universo y nuestras vidas.


“La causa final de todos los propósitos de Dios es su propia gloria. Esta es frecuentemente declarada como el fin de todas las cosas “Señor eres digno de recibir la gloria y el honor y el poder, porque tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Ap 4:11). De todas las cosas se dice que son no sólo de y por medio de Dios, sino también para él, él es el principio y el fin.” – Charles Hodge

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