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Una idea contemporánea muy popular sobre el infierno, es que no es más que una metáfora para la infelicidad que experimentamos en esta vida. Nada más equivocado que esa idea.

El infierno es un lugar real, no es una metáfora o un símbolo, no es una descripción de nuestra más profunda frustración o nuestros sufrimientos actuales, sin importar cuán agonizantes puedan ser. Tampoco es un estado de la mente.
Es un lugar con dimensiones espaciales. En la parábola del hombre rico y Lázaro, el hombre rico habla de “este lugar de tormento” (Lc. 16:28). Ciertamente no sabemos dónde se encuentra este lugar en el universo, pero tiene su ubicación precisa en algún lugar.

La Biblia indica que este lugar es muy remoto de la vida y luz de Dios, las Escrituras lo describen como: “Afuera y oscuro” (Mat. 8:12), un lugar donde estarán todos los que han vivido ajenos al Evangelio y en enemistad con Dios (Ap. 22:15), donde todos ellos sufrirán eterna amargura y dolor (Mt. 22:13; 25:30) también en ese lugar se encontrarán el Diablo y sus demonios (Ap. 20:10).

Otra idea muy popular respecto al infierno, es que solamente encontraremos a personas malas. ¿Qué hay de erróneo en esta idea? El estándar moral del hombre utilizado para imaginar quienes pueden o no ir al infierno. Al pensar en Hitler, Stalin, Osama Bin Laden, sin duda alguna muchos dicen, que ellos merecen estar en el Infierno. Sin embargo, las Escrituras van más allá y nos dicen que en ese lugar también estarán aquellos que " que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús” (2 Tes. 1:8). Buenos ciudadanos, padres responsables, empleados confiables, vecinos amigables, pero que nunca confiaron en Jesucristo como Salvador. Ellos rechazaron obedecer el Evangelio.

Alguien puede pensar “soy una buena persona, no soy culpable de grandes crímenes, ni de grandes cosas que puedan producir vergüenza”. Sin embargo, el Evangelio dice: “Cree en Jesucristo” y si tal persona no ha obedecido ese mandamiento, es culpable ante Dios. Aun cuando no haya cometido ningún pecado, Dios tomará venganza por no obedecer su Evangelio. Solo los que han confiado en Jesucristo como su Salvador podrán escapar del Infierno.

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios” (Juan 3:36)


“Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.” (Juan 5:24)

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