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"Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros" (1 Pedro 1:3-4)

El tiempo pasa y muchas esperanzas con el, de hecho el hombre ha aprendido a asimilar que en algunos casos su esperanza es en vano. Sin embargo, los cristianos tenemos una esperanza viva, la cual, con el paso del tiempo es mucho más gloriosa.

"Nosotros estamos incluidos en el testamento de Jesucristo y compartimos su gloria" ( Jn. 17:22-24)

El apóstol Pedro nos presenta una sucesión de hechos en su oración:

- Dios nos hizo renacer por su misericordia:
El nuevo nacimiento es una obra de Dios, es el Espíritu Santo quién transforma el corazón de piedra a un corazón de carne.
Jesús le dijo a Nicodemo, que era necesario nacer de nuevo (Jn 3:7). Y toda esta transformación, es una obra de gracia y misericordia, merecíamos la condenación pero El nos hizo renacer.

- Para una esperanza viva: Salvación eterna.

- Por la resurrección de Jesucristo:
La resurrección de Jesucristo, es la base fundamental del Evangelio, el apóstol Pablo dice:
"y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe"; Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron" (1 Cor. 15:14,20)

Cuanto se goza el apóstol -y podemos hacerlo nosotros también- en la herencia, en la esperanza viva que Dios nos ha dado en Cristo. Nuestra salvación es obra de Dios. 

Unámonos al apóstol Pedro y digamos: "Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo".


¿Tiene usted esa esperanza viva, o su esperanza está en este mundo?

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