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Hoy meditaba sobre cómo vivimos sin cuidado, un día va y otro viene. Nos hemos ajustado a nuestra rutina, a nuestros métodos y formas, en cierta manera, tendemos a programarnos para cada día. ¿Es malo tener una agenda y cumplir con nuestros compromisos? Claro que no. Pero ¿vives? es decir ¿vives consciente de que vives?,  seré más claro, ¿vives con la clara perspectiva de que un día seremos juzgados por Dios?.

Sabes, la mayoría de personas no quieren saber de eso, ellos viven adquiriendo, comprando, saboreando, palpando, oliendo, gustando, escuchando todo lo quieran, dan rienda a lo que sus sentidos y su corazón le dicten. Pero ¿qué sucederá al final? Algunos dicen que solo Dios lo sabe, otros dicen que le dejemos ese trabajo a Dios y por último, se encuentran los escépticos, quienes dudan de la eternidad.

Por lo tanto, son muchos los que viven sin cuidado, viven ofendiendo a Dios con sus pensamientos y actos. El pecado ha enceguecido sus corazones, han amado más las tinieblas que la luz del Evangelio. Se han engañado a sí mismos, con la idea de que no hay Juicio, que no hay infierno o cielo. Otros se engañan a sí mismos diciendo: "Dios es amor, no puede condenarme, el me ama tal como soy", ¡Cuanta maldad hay en esa necedad! La Biblia nos enseña sin lugar a dudas, que daremos cuenta a Dios, que nuestras vidas serán expuestas ante el perfecto y santo juicio de Dios.

Ese Juicio, será perfecto, la sentencia dictada por Dios no podrá ser apelada ni objetada. Nadie podrá levantarse y señalar algún error en el dictamen del Juez, ahí será el lloro y crujir de dientes. 

Oh con cuanto cuidado debemos vivir, con cuanta obediencia debemos vivir. Es cierto que la salvación es por gracia, pero, esa gracia nos conducirá a la obediencia, a una vida consciente que procura agradar a Dios. 


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