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Creced en gracia y conocimiento

Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén. (2 Pedro 3:18)

Crecer es señal de buena salud, de desarrollo, de que todo está funcionando como debe. La naturaleza misma nos da evidencia de esto. Las semillas germinan, aparecen las raíces, las hojas, el tallo y así la planta empieza a desarrollarse.

De manera similar y aún más importante que esto, es el crecimiento espiritual del cristiano. La Biblia nos llama a crecer:

No sean niños (inmaduros) en su modo de pensar (1 Cor. 14:20)
Crecer mediante la palabra de Dios para no, ser niños, llevados por cualquier falsa doctrina (paráfrasis de Efesios 4:14)

Debemos crecer ¿en qué? El apóstol Pedro nos dice que debemos crecer en gracia y conocimiento.

Para saber si estamos creciendo, quiero que meditemos en algunas preguntas que nos harán ver si no estamos creciendo espiritualmente o peor aún, si en realidad somos salvos.

No estás creciendo espiritualmente cuando:


1. Cuando perdemos progresivamente el interés en las cosas espirituales.
¿Qué lugar ocupan la lectura de la Biblia y la oración en tu vida? ¿Son cosas que solamente haces el día domingo, o muy poco?. Cuando ya no hay interés alguno en la palabra del Señor y en la oración, o en congregarnos, algo está muy mal en nosotros. 

2. Cuando nos vamos haciendo más mundanos.
Hablamos, pensamos y actuamos como los del mundo. Empezamos por algo pequeño, hasta el punto que parecemos y actuamos como impíos, como personas que no tienen temor de Dios. Es algo que no se puede tomar a la ligera, pues si amamos al mundo, nos constituimos enemigos de Dios.

3. Cuando menospreciamos a nuestros hermanos en la fe.
¿Tratas mal o con desdén a tus hermanos en Cristo? ¿Te parece una molestia su compañía? 

4. Cuando hay orgullo en tu corazón. 
Ya no reconoces tu dependencia de Dios, ahora lo quieres hacer todo por tu propia cuenta. Confías en tus recursos, en tus conocimientos. Has dejado a un lado a Dios.

5. Cuando el pecado nos preocupa menos.
Empezamos a tener excusas para cualquier actitud o palabra pecaminosa. Ya no hay contrición, ya no hay dolor. Hacemos uso de justificaciones vanas, para continuar con el pecado. En definitiva, no hay confesión de pecado ni arrepentimiento. Está podría ser la causa de nuestro enfriamiento. 

¿Estás creciendo espiritualmente? ¿Estás creciendo en la gracia, que es ser como Jesús? ¿Estás creciendo en conocimiento del Señor?

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