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herejia

"Juzgar o rechazar los ministerios del apóstol, pastor o profeta tal, es estar contra el Espíritu Santo". Si me regalarán un buen libro de teología, cada vez que escuchó o leo esa frase o similares, tendría una biblioteca similar a la de Charles Spurgeon. Pero ¿qué tan cierto es que si no creo en los apóstoles y profetas de este tiempo, estoy rechazando el Espíritu Santo?

Por sus doctrinas los conoceréis

Un ministro es conocido por lo que predica y enseña. Y dichas enseñanzas, deben fundamentarse con las Escrituras.

Cuando escuchó a uno de estos nuevos apóstoles o profetas, puedo identificar por lo menos cinco aspectos similares:

a) Lo sobrenatural de Dios, puede ser desatado por el poder de la palabra hablada

b) Las ofrendas, pactos o diezmos, son llaves para el reino espiritual

c) Los demonios o el Diablo, pueden ser atados, echados fuera, pisoteados, encadenados, cegados, congelados, destituidos, expulsados, confrontados, desenmascarados, enviados al infierno, entre otras cosas

d) El dinero es fundamental a la fe

e) Lo sobrenatural no puede ser cuestionado, aún por la misma Escritura. Cosas como, ungimientos con aceite y sal, regresiones psicológicas, danzas espirituales, y todo eso que tildan de sobrenatural, no puede ser cuestionado por nada, ni por nadie.

Al contrastar estos factores con la Escritura, me doy cuenta que sus enseñanzas carecen de principios bíblicos. Por lo tanto, sus doctrinas los hacen conocer, no su aparente éxito o multitudes tras de ellos. Lo que nos lleva a lo siguiente.

La Palabra de Dios y el Espíritu Santo

Todo cristiano reconoce la inspiración divina de las Escrituras. La participación del Espíritu Santo en dicha inspiración e iluminación es innegable, y por lo tanto podemos decir que el Espíritu Santo y la palabra de Dios, no pueden contradecirse entre ellos mismos. Dicho de otra forma, el Espíritu Santo no puede llevarnos o guiarnos, a hacer o decir cosas que infringen la autoridad de las Escrituras.

Sin embargo, los nuevos apóstoles y profetas, dicen que ellos gozan de una "nueva revelación" en cuanto a las Escrituras, y dicha revelación autoriza o invalida muchas cosas. Cuán abominable es cuando el hombre quiere cumplir sus deseos pecaminosos a costa de menoscabar la autoridad de las Escrituras, cuánta maldad es despreciar al Espíritu Santo.

Esto nos lleva a una deducción poderosa: La reforma apostólica y profética, rechaza el Espíritu Santo.

El espíritu de engaño

Entonces, cuando rechazo a los nuevos apóstoles y profetas con sus nuevas y frescas revelaciones, no estoy rechazando al Espíritu Santo. Más bien, estoy rechazando el espíritu de engaño y la doctrina de error. Al hacer esto, establezco que las Escrituras son el estandarte de la fe y que el Espíritu Santo las ha inspirado y por lo tanto no puede haber contradicción entre ambas partes, ya que Dios no es un Dios de confusión.

Todo lo que vemos y oímos en este viral movimiento de la palabra de fe con sus nuevos apóstoles y profetas, no son más que manifestaciones del espíritu del anticristo, ¿recuerdan lo que dijo Pablo, acerca de los postreros tiempos?

"Pero el Espíritu dice manifiestamente, que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios" (1 Tim 4:1)

Estoy seguro, que a todos aquellos que por gracia y misericordia del Señor nos oponemos al error, seguiremos siendo tachados de ir contra el Espíritu. Pero tengamos confianza en el Señor, sigamos exponiendo la verdad con gracia y firmeza.


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