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Todos conocemos la angustia, de alguna manera nos hemos encontrado con ella. La pérdida de un familiar, la enfermedad, el desempleo, calumnias, etc. Pero ¿qué hacer para enfrentar la angustia?

Clamar al Señor

Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias. (Salmos 34:6)
En Cristo, tenemos la certeza de que Dios oye nuestro clamor. Tal como los padres, atienden a sus hijos, así nuestro Padre Celestial, por misericordia atiende nuestra oración.


No ceder a la presión de falsas enseñanzas

Cuando estamos en una situación que produzca angustia, siempre habrán personas que nos incitarán a hacer cosas ajenas al Evangelio:

-Salpicar aceite en las paredes de nuestra casa, para ahuyentar las deudas

-Declarar y cancelar maldiciones de enfermedad

-Derramar sal sobre nuestra billetera para ser prosperados.

Y un largo etcétera. 

Realizar actos de este tipo, solamente complica aún más las cosas. Lo mejor que podemos hacer es llenar nuestros corazones de la palabra de Dios. 


En la angustia, recordemos que somos de Cristo.

El vínculo entre Cristo y Su Iglesia, es indisoluble, inquebrantable e inalterable. El apóstol Pablo escribe: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (Rom 8:35)

Ni la más grande angustia anegará el amor de Cristo por nosotros, le pertenecemos a Él y Él nos dará su ayuda.

Hermanos, estamos expuesto a angustiarnos, pero pidamos al Señor que nos ayude a recordar, que somos suyos y que Su Palabra es nuestro consuelo.

En Cristo y sus promesas, podemos enfrentar la angustia.

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