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¿Imaginas a un médico realizando una operación sin utilizar guantes esterilizados? Cualquiera diría que tal médico no está haciendo un bien sino un mal al paciente. Y de hecho así es.

De igual modo, un cristiano que hace mala exégesis puede obtener resultados que no sólo le
causarán daño a sus oyentes/lectores sino también a sí mismo.

Pero antes de ver tales resultados de forma puntual, veamos un ejemplo de lo que causa una mala exegesis. En el libro "A little book for new Bible scholars", Joseph R. Dodson comparte una historia muy interesante:



"En mi primer ministerio juvenil, me emocionó que un número de estudiantes de diferentes orígenes culturales comenzaron a asistir. Una noche después de un servicio de adoración, algunos líderes de la iglesia me emboscaron, diciendo que los estudiantes negros no eran bienvenidos.
Me dirigí a la casa de nuestro anciano, cuya respuesta me paralizó: "Verás, Joey, la Biblia dice que los negros son maldecidos". Abrió su vieja Biblia a la historia de Génesis, donde Noé se emborracha y maldice a Canaán. Completamente equivocado, pero con convicción genuina, argumentó que los negros proceden del linaje maldito de Canaán.(a)" [1]

Una mala interpretación llevó al menosprecio y por consiguiente al dolor. Pero, consideremos otros resultados de una mala exégesis:

1. Nos aleja de Dios:
Cuando interpretamos de manera errónea las Escrituras, nos alejamos de Dios. Es más, creamos un dios a nuestra imagen y semejanza, poniendo en él las palabras que queremos escuchar y que nos hagan sentir bien.

2. Hace daño al cuerpo de Cristo:
Tal como el ejemplo arriba citado, una mala interpretación puede llevarnos a menospreciar o dañar a nuestros propios hermanos. Existen casos en los cuales malos exegetas han establecido dogmas denominacionales que ha dañado a creyentes sinceros en el Señor. La mala exégesis vuelve inestable la vida en comunidad.

3. Nos acerca al liberalismo teológico y grupos sectarios:
Cuanto más mala es nuestra exégesis, más afinidad tendremos con grupos sectarios. Dichos grupos, toman la Biblia como un libro más, tergiversan sus palabras y aportan conclusiones blasfemas.

4. Nos convierte en obreros desaprobados:
Hacer mala exégesis, es trazar mal la palabra de Dios. Un predicador o ministro que no es diligente al estudiar e interpretar las Escrituras, es desaprobado ante Dios. No importa si es popular o alabado por su elocuencia.

Interpretar las Escrituras no es un asunto académico o intelectual sino más bien es el corazón de nuestra vida cristiana. Gracias a Dios, que Él nos ha dado Su Espíritu para guiarnos y ha dado maestros para que nos ayuden en nuestro labor exegético.



[1] A little book for new Bible Scholars, E. Randolph Richards & Joseph R. Dodson
(a) Esta mala interpretación a menudo llamada "La maldición de Cam", es tratada con mayor énfasis y refutada en el libro "From every people and nation: A Biblical Theology of race", por J. Daniel Hays.

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