Hombres y mujeres, de diferentes edades, culturas, naciones y creencias. Cada uno viviendo como bien le parece, sin prestar atención al mañana ni mucho menos a su vida interior. Pocos meditan en Dios o en la eternidad.
Son muchos los que viven afanados en sus placeres, en sus negocios y en sus "lista por hacer". No hay tiempo para reflexionar, no hay tiempo para Dios, no hay tiempo de meditar en la eternidad.
El apóstol Pedro, citando al profeta Isaías dice:
La existencia de la hierba es temporal, durante algunos días podemos ver que crece y algunas especien producen flores. Pero luego de algunas semanas, la flor se seca al igual que la hierba. Ya no hay vida, lo que alguna vez fue hermoso y verde, ahora está seco y con un tenue color café.
TODA CARNE ES COMO LA HIERBA, Y TODA SU GLORIA COMO LA FLOR DE LA HIERBA. SÉCASE LA HIERBA, CÁESE LA FLOR, (1Pe 1:24; Ver Isaías 40:8)
El escritor inspirado por el Espíritu, utiliza esta metáfora para recordarnos a hombres y mujeres, que somos frágiles y temporales. Aunque parezcamos fuertes, aunque tengamos fama, aunque tengamos dinero, aunque tengamos todos los honores de este mundo, somos como la hierba del campo.
La vida es breve. No importan cuantos días o años sean, esta vida tendrá que llegar a su fin, ya que "está establecido a los hombres, que mueran una vez" (Heb. 9:27). Alguien me dijo, "todos nos iremos de algún modo u otro".
Pero ¿qué haremos con estos días y años que el Señor nos da? ¿Los viviremos en zozobra y en una crisis existencial? ¿Usaremos nuestro tiempo para satisfacer nuestros placeres? ¿Tomaremos los recursos que Dios nos da para hacer el mal?
Pero antes de responder, es necesario recordar "que sobre todas estas cosas [nos] juzgará Dios." (Eclesiastés 11:9c)
La vida es breve, vivamos para la gloria de Dios. Deleitemonos en Él y en su gracia. Disfrutemos cada día que nos da. Seamos embajadores de Su evangelio a nuestra sociedad. Abracemos a nuestra familia.
La vida es breve.