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Antes de conocer la gracia del Evangelio, nuestras vidas estaban llenas de rebeldía y pecado. La vida de Pablo, antes de encontrarse con Jesús camino a Damasco, era una vida llena de mucha devoción y celo por el judaísmo. En tres de sus cartas dice "perseguí a la Iglesia de Dios" (1 Cor. 15:9; Gal. 1:13; Filip. 3:6), esta persecución provenía de su amor y celo por la religión judía.

Al escribir a los Filipenses, el apóstol Pablo, reconoce que era perseguidor de la Iglesia y también sus credenciales judías:

"Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible." (Filipenses 3:4-6)

Bornkamm, comenta al respecto: 
"Esa acumulación de expresiones describen, no sólo su origen judío desde un punto de vista etnográfico, sino también la índole religiosa peculiar de su pueblo con respecto a los otros pueblos. Eso es lo que expresa el título arcaico de "hebreo", así como las otras calificaciones de "israelita" y "descendiente de Abrahán" denotan la preeminencia religiosa, de la que se enorgullece el judío como miembro del pueblo escogido. Como tal ostenta Pablo el primitivo signo de la alianza, que consiste en la circuncisión, y está orgulloso de proceder de una de las doce tribus, cuyo primer rey recuerda su nombre judío de Saúl (Hech 7, 58; 8, 1. 3; 9, 1. 8). [1]
Y según escribe a los Gálatas, Pablo dice de sí mismo que "aventajaba a muchos de [sus] contemporáneos [...]siendo mucho más celoso de las tradiciones de [sus] padres." (Gál. 1:14).

El celo religioso de Pablo

Según la formación religiosa que Pablo recibió, él tenía celo por las tradiciones del judaísmo. Larry Hurtado, en su nuevo libro "Destroyer of the gods", dice que "el lenguaje de Pablo, especialmente en su referencia al "celo", sugiere una posible conexión con una antigua tradición judía, que permitió e incluso pidió el uso justificado de la violencia de los judíos contra otros judíos, considerados culpables de alguna violación principal y pública de la ley de Dios. Esta tradición se asocia con la figura bíblica de Finees(a)" [2]

Destroyer of the gods, Larry W. Hurtado
Al escuchar de la doctrina de Jesucristo, Pablo debió percibir una amenaza en contra de las tradiciones judías, una relativización de la Ley. Ante tal agravio, él un judío de judíos, no podía guardar silencio ni mucho menos quedarse de brazos cruzados. Esta secta llamada cristianismo, tenía que ser perseguida y destruida. El celo religioso de la Ley de Dios así lo demandaba.

Próximamente, veremos cómo Pablo abandona la persecución de los cristianos y su aversión a Jesucristo a quien consideraba un falso maestro. 







[1] Pablo de Tarso, Gunther Bornkamm
[2] Destroyer of the gods, Larry W. Hurtado
(a) En el libro aquí citado, el autor desarrolla como esta tradición marco el judaísmo. Este asunto será abordado en otro post.

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