1- Los medios sociales se han convertido en un método primario de comunicación
Hace 15 años nadie podría haber imaginado el papel central de los medios sociales en nuestra cultura. No sólo es utilizado por los adolescentes; Es el principal método de comunicación. Ya sea Facebook, Twitter, Instagram, o SnapChat u otros medios de comunicación social son parte de la vida de los adolescentes.
2- Más estructuras familiares no tradicionales
Hay cada vez más casas monoparentales, así como estructuras familiares no tradicionales. Esto puede dificultar el ministerio juvenil. El hogar solía ser un componente fundamental del ministerio juvenil. Ese ya no es el caso.
3- Menos alfabetismo bíblico
Cuando empecé en el ministerio juvenil, la mayoría de los adolescentes que visitaban nuestra iglesia tenían al menos algún conocimiento bíblico. A los que no se les había enseñado al menos que la Biblia era digna de confianza. Esto proporcionó un punto de partida común. Esto ya no es el caso.
Un ministerio de jóvenes que busca llegar a los adolescentes que no tienen iglesia, debe tener un componente de la apologética debido al analfabetismo bíblico, así como la gran cantidad de variables cosmovisiones religiosas y seculares.
4- Confusión moral
Hay mucha más confusión moral hoy que hace 15 años. La homosexualidad, la bisexualidad y el estilo de vida transgénero están aumentando rápidamente en nuestras escuelas secundarias.
Aquellos que ministran en nuestra cultura deben (1) estar fundamentados en la verdad y (2) estar dispuestos a abordar estas cuestiones bíblicamente.
5- Menos confianza en las instituciones
Esto no es sólo cierto de los adolescentes, sino de muchos en nuestra sociedad de hoy. Como resultado, no podemos simplemente sentarnos y esperar que la gente se muestre en nuestras iglesias. Tanto el discipulado como el evangelismo deben estar arraigados en las relaciones. Simplemente tener una actividad no será suficiente para evangelizar a los jóvenes sin iglesia.
Hay más transiciones culturales que han tenido lugar y más desafíos que existen, pero todo apunta a la necesidad de ministerios juveniles de calidad.