En el tiempo de Jesús, dentro del Judaísmo existieron 4 grupos principales, los fariseos, los saduceos, los esenios y los zelotes. A excepción de los saduceos, la mayoría de los judíos creía en un día del juicio venidero, la vida después de la muerte, y la existencia de dos mundos: el terrestre y el celestial. Los estudiosos llaman a esto, la cosmovisión apocalíptica, de la cual se produjo mucha literatura entre los círculos judíos durante determinado período de tiempo.
Durante varios siglos los judíos habían llegado a creer que la era actual daría paso a la edad de oro de la justicia de Dios, que el bien triunfaría sobre el mal, que lo profano cedería a lo sagrado, que el reino de Dios irrumpiría en la historia con un evento de proporciones cósmicas.
La lista de obras apocalípticas judías incluía a Daniel, 1 Enoc, 4 Ezra y los Oráculos Sibilinos. Los descubrimientos posteriores han aumentado el corpus y modificado el perfil del género: 2 y 3 Baruch, 2 Enoc, el Apocalipsis de Abraham y el Testamento de Abraham fueron publicados en la última parte del siglo XIX.
Algunos escritos apocalípticos judíos llegaron a influir en un grado extraordinario. Incluso los escritores del Nuevo Testamento hicieron uso de ellos en ocasiones. La epístola de Judas, por ejemplo, está familiarizada con el llamado Libro de Enoc, citando una profecía de Enoc que no se encuentra en el relato del Génesis de la vida de Enoc. Judas también parece aludir a la Asunción de Moisés, describiendo un encuentro entre Miguel el Arcángel y el diablo sobre el cuerpo de Moisés. Judas extrae estos detalles no del Antiguo Testamento, sino de escritos apocalípticos familiares del período intertestamentario. Esto dice algo sobre la influencia e importancia de estos trabajos durante el primer siglo.
Las escrituras apocalípticas no bíblicas tienen mucho en común con sus contrapartes bíblicas en términos de interés, preocupaciones, estilo, temas y propósito
Los ejemplos bíblicos más prominentes de la literatura apocalíptica son Daniel en el Antiguo Testamento y Apocalipsis en el Nuevo. De hecho, la palabra griega para "revelación" es apocalipsis, proviene de dos palabras griegas, apo, que significa "de", y kalypsis, que significa "cubrir". Por lo tanto, un apocalipsis es un descubrimiento, o una revelación de lo que podría no ser conocido de otra manera.
Dada la naturaleza de dicha literatura, no es de extrañar que tenga tanta fascinación. El deseo de conocer el futuro es natural y adquiere aún más urgencia en tiempos de incertidumbre, desastre y calamidad. Además, la literatura apocalíptica está llena de imágenes gráficas y misteriosos símbolos que invitan a la especulación y la interpretación creativa.
Lamentablemente en nuestros tiempos, son muchos los "escatólogos" que surgen imponiendo opiniones personales a la literatura apocalíptica que encontramos en la Biblia. Debemos ser cuidadosos al respecto.
Fuentes:
Taylor A. Richard, Interpreting Apocalyptic Literature: An Exegetical Handbook
Walls L. Jerry, The Oxford Handbook of Eschatology