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Reflexionemos un poco sobre el decreto eterno de Dios. Pero antes de todo, ¿qué es el decreto eterno de Dios?

“Es el acto sabio, libre y santo del consejo de su propia voluntad por el cual desde la eternidad y para Su gloria ha preordenado inmutablemente todo lo que sucede en el tiempo”.

Es decir que Dios ha predeterminado todo lo que sucede, y que dicha predeterminación es eterna y que no hay nada demasiado grande ni pequeño para ser incluido o excluido.

Respecto al decreto eterno de Dios, encontramos diversas posturas o formas de interpretarlo, entre las cuales se encuentran:

1- La postura sociniana.
2- La postura arminiana.
3- La postura calvinista.

Veamos detalladamente las tres anteriores:

1. La postura sociniana

El socinianismo es un movimiento totalmente hereje, ya que niega la Trinidad Divina, la pre-existencia de Cristo y un largo etcétera de doctrinas bíblicas. En cuanto al decreto eterno, ellos sostienen que Dios NO prevee con certeza las acciones libres, porque éstas son inciertas.

Es decir, Dios no sabe lo que va a ocurrir porque hay una inmensa gama de posibilidades en cuanto a un mismo evento.

2. La postura arminiana, reconoce que Dios si prevee las acciones libres, pero niega que las determine. En palabras más claras, Dios si conoce lo que sucederá pero Él no ha determinado ninguno de esos eventos. Ésta posición desvirtúa el gobierno soberano de Dios y coloca al hombre como el hacedor de la historia, como el escritor de su propio destino. No es de extrañar que ésta postura sea muy popular y aceptada.

3. La postura calvinista, afirma que Dios prevee las acciones libres como ciertas en lo futuro, porque Él ha determinado que sucedan. Dios estableció el orden de todo y por eso prevee cada asunto por pequeño o grande que sea, como algo cierto e inalterable.

[Puedes leer también, un breve acercamiento a la doctrina de la soberanía de Dios (Haz clic) ]

Dicha postura, se ajusta a lo que la Biblia nos enseña:
“hace todas las cosas según el designio de su voluntad,” (Ef. 1:11b)

“Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy
Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: "Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré." (Isaías 46:9-10)

Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: "¿Qué has hecho?" (Dan. 4:35)

La objeción frecuente ante ésta postura es la siguiente:

“Sí Dios ya determinó todo desde antes, entonces Dios es la causa del pecado del hombre”.

Refutamos esa abominable declaración:

1. Dios es absolutamente santo

2. El pecado es en su esencia “anomía” (violación de la voluntad de Dios)

3. El hombre como agente libre es responsable de sus propias acciones.

4. Dios ha permitido el pecado con el propósito de gobernarlo, para la más alta gloria divina y la excelencia mora de la creación. (Ver Santiago 1:13,17; 1 Juan 1:5; Ecl. 7:29)

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